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REFORMAR EL CÓDIGO PENAL EN CALIENTE, AHORA SI, ANTES NO – Y EL ¿Y SI, SI?

En estos días se está hablando en España sobre la posibilidad de reformar el Código Penal para tipificar las relaciones sexuales entre personas de distinto sexo donde no haya consentimiento expreso o, aun habiéndolo, en un momento dado del coito la mujer pronuncie la palabra «NO».

Todo el revuelo mediático viene dado por la Sentencia de la Audiencia Provincial de Navarra sobre el llamado caso «la manada«, su voto particular, la puesta en libertad de los acusados y todas las manifestaciones del feminismo radical con su lema «no es no» que se han convocado a lo largo y ancho de nuestro país. A raíz de todo ello, el Gobierno «mediático» del Presidente Sánchez, con su Ministra de «Igual-da» a la cabeza, se ha puesto manos a la obra para meternos en la cabeza la necesidad de reformar el Código Penal en el sentido de tipificar las relaciones sexuales donde no haya mediado el consentimiento expreso de la mujer.

A lo largo y ancho de la reciente historia de España se han producido casos gravísimos donde han sido asesinadas mujeres y siempre se ha dicho «no es conveniente legislar en caliente«. Casos tan sangrantes para las familias de las víctimas como el asesinato de Sandra Palo por un grupo de Menores de edad o, más recientemente, el secuestro y posterior asesinato de Diana Quer pusieron sobre la mesa la necesidad de reformar tanto la Ley de responsabilidad penal de los menores de edad como la importancia de mantener en vigor la prision permanente revisarle, al menos, en los términos en que se encuentra legislada en la actualidad. En ambos casos, la respuesta fue la misma: no es conveniente legislar en caliente. Y así se hizo, el principal culpable del asesinato de Sandra Palo, menor de edad por aquel entonces, ya se encuentra hace mucho en Libertad y, por lo que parece, continúa delinquiendo por aquí y por allí. La ley penal del menor no se reformó y siguen existiendo voces que reclaman su endurecimiento. Y que decir del caso de Diana Quer, con su presunto asesino en prision provisional a la espera de juicio y con algunos políticos debatiendo sobre si hay que derogar la prision permanente revisable.

En los dos anteriores ejemplos, estamos hablando de asesinatos, de espeluznantes muertes de mujeres a manos de hombres. Situaciones que ya no tienen solución, que las familias lo único que piden, gritan o suplican, es una respuesta contundente del Estado de Derecho y que el autor o autores paguen y cumplan sus penas.

Sin embargo, nuestro Gobierno de portada y fotografías que nos toca sufrir en España, y que solo una minoría ha votado, está más preocupado por modificar una parte del Código Penal, en un momento no ya caliente sino hirviente, que trata sobre las relaciones íntimas y personales de las mujeres.

Hace ya casi catorce años, un Gobierno, con su Presidente a la cabeza, que pocos meses antes se encontró con el poder de casualidad y merced a los mayores atentados terroristas que se han producido en la historia de España, se presentó ante la sociedad con una Ley Integral que pretendía acabar con la Violencia contra las mujeres. Ánimo loable donde los haya y que todos tenemos por bandera. Sin embargo, a lo largo de estos catorce años en que ha estado en vigor la Ley Orgánica 1/2004, hemos podido comprobar que no se ha acabado con las muertes de mujeres, que se ha creado un entramado de instituciones que viven a costa del Presupuesto del Estado, que se han creado Juzgados específicos para juzgar a los hombres y, lo más grave, que se ha eliminado la presunción de inocencia de los hombres cuando se enfrentan a una denuncia de la que hasta en esos momentos había sido su pareja, su amiga con derecho a roce, su follamiga, su esposa o una mujer con la que había tenido una relación sentimental, aun sin convivencia. Hombres que, de repente, se encuentran detenidos, esposados, vilipendiados en su honor, encerrados en un calabozo hasta un máximo de 72 horas, expulsados de su domicilio, alejados de sus hijos, expoliados de su patrimonio, con una prohibición de acercamiento a un determinado lugar y/o persona y esperando un juicio que, siendo optimistas, se celebrará dos años después y, que lo más probable es que salga absuelto pero habrá perdido todo, incluido su honor y dignidad, por el camino. Y todo lo anterior sin la más mínima investigación por parte de la Policia actuante, Por si acaso. Porque en estos casos se aplica aquello que dijo el humorista: «Si ya sé que no pero ¿y si, si?«.

Ahora, desde mi punto de vista, lo que se pretende es dar otra vuelta de tuerca a la Ley integral y pasar a perseguir todo tipo de relaciones, las más íntimas. Relaciones en las que el consentimiento, de ambos, puede estar viciado por el calentón, por la pasión, por la lujuria o por la necesidad de ambos. Consentimiento que no se expresa verbalmente sino físicamente, consentimiento no movido por la razón sino por el corazón, o por el calor. Relaciones intimas que entran también dentro de las relaciones sexuales matrimoniales, las que buscan tener hijos y las que buscan el placer. Y no solo eso, las relaciones múltiples, los intercambios de parejas, los swingers o las orgias heterosexuales, están en el punto de vista, ¿o no, Señora Ministra?

Siempre he oído decir que la voluntad mueve montañas y que más vale pájaro en mano que cientos volando. Pero, Señora Ministra, se está usted metiendo en un «fregao» muy complicado. Nos está usted llevando a un sin sentido, a una situación en la que por pillar a cuatro zarrapastrosos nos mete a todos en el mismo saco, nos deja usted en manos de una señora que, por desesperación, por despecho, por odio o por venganza, nos pueda destrozar la vida. Se vuelve usted a cargar, o a saltar, algo fundamental en derecho penal: la presunción de inocencia. ¿O es que ya tienen preparado el Tribunal Constitucional para que declare que es constitucional enervar de hecho la sacrosanta presunción de inocencia por el ámbito íntimo en que se presta ese «consentimiento»?

Y es que los españoles siempre nos hemos caracterizado por nuestra inventiva y gracejo patrio, y es por ello que ya campan por ahí, en tono jocoso o no tanto, modelos de «consentimiento informado» para las relaciones sexuales y poder, en la medida de lo posible, evitar la estampa de salir de casa, o del coche, esposado y «presentando armas». Pero, lo que parece una broma no lo será tanto en el caso de que se apruebe la reforma penal que se pretende.

Porque si es así, díganlo claro que yo me bajo. Me largo de un país donde por el hecho de haber nacido varón se me presupone un delincuente, un violador, un maltratador, un asesino o cualquiera otra lindeza que se les ocurra legislar, por el calentón o por la presión de los lobbies feministas radicales. ¿O es que ya se les está acabando el elenco de personas susceptibles de ser denunciados por Violencia de Género y hay que meter más ítems en la ecuación para que nos salgan las cuentas? Porque me da en la nariz, y la tengo bastante grande, que aquí estamos hablando, también, de dinero, de mucho dinero.

Y para terminar, me asalta una duda irrefrenable, aunque me puedo imaginar la respuesta: y si es a mi, persona humana varón heterosexual, al que no le apetece «frungir» esta noche ¿mi mujer me estaría violando por que le digo que me duele la cabeza y que no quiero? Seguramente me tocará joderme, tomar un paracetamol y cumplir como un machote (aunque luego oiga por ahí aquello de «machete al machote») pero, por si acaso, que me firme el consentimiento informado, que ya se que no hace falta pero ¿y si si?

Habrá reforma del Código Penal para tipificar las relaciones sexuales sin consentimiento expreso

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